segunda-feira, 24 de novembro de 2008

BATIDA DE UM CORAÇÃO

para a querida amiga Ana Paula Minehira


I.

Tiroteio
Trânsito carros bancos santos praças
Camelôs camelos túneis montanhas sanhas
Dinheiro ganância estilhaços cansaço
Apelo
– não, por favor –
Um tiro
Corta cabelo corta cabeça catapulta
Arma na mão algemas no chão dignidade
Medo barulhos escuro ódios perdões
Senões
– por favor –
Outro tiro
Respiro reféns nenéns somas comas
Corrida carreteira desespero destempero
Planos fugas fumos insumos suspeitos
Pleitos
– e se...? –
Três mortos, onze feridos, e os bandidos.


II.

Um policial que sabia realizar partos emergenciais. Soldado Lamas.
Um motoqueiro chamado Leandro.
Um criminoso. Que tinha nome.
Três cruzes pregadas no asfalto seco e gélido de um chão manchado de sangue.
Chão que já não é mais de ninguém.
Qual? Quem?

Bancários e clientes de uma agência bancária.
Mulheres numa casa da zona norte.
Um carteiro, um estudante.
Uma mãe e sua filha ao volante.
Os tiros, os olhos dos homens alucinados
A fuga, a fuga agonizante.

– Quero seu carro.
– Quero minha vida.

Um instante, quem sabe o quê da vida e das horas?,
O tempo é quem decide.
Meu Deus, é Deus,
Não somos nós,
A quando pertencemos?
Lágrimas com susto com medo com desespero
Com alívio com generosidade com agradecimento
Com alento com momento com sentimento.

Estamos vivas, oh,
Quanto vale a pena.

E a vida o que é, cantava Gonzaguinha,
– nada de tiros –
Ela é a batida de um coração!


III.

Nasci de novo e descobri que amo.
E que quero preciso vou
Dizer às pessoas que amo
Que eu as amo.
Porque o tempo da gente
Cabe no instante entre uma batida do coração
E outra.
E esse tempo não nos pertence.
Amém.

terça-feira, 18 de novembro de 2008

~ ~ ~ mareo ~ ~ ~

Sentía un mareo
Y por allá no había mar
Pero dentro de sí
Un oceano revuelto
Y estrellas fugaces
Le arrastraban entrañas
Hacia adentro.

Cuevas. Lagunas. Sin olas.
Estaba extraña.
Mareo.

Cuentan las escrituras
Que Salomón fue juez de una decisión:
Un niño entre dos mamás.
Y les hizo justicia a todos.
Hay siempre que eligir…
Viento, venga viento.
Por que no dos corazones
En vez de uno así tan dividido?

Mareo
Si pudiera parir desde dos úteros,
Si pudiera sembrarse de sol y de luna,
Si fuera todo tan más simple y sencillo,
Si fuera...
Ella tal vez se iba.


Se iba al encuentro de aquel
El que le cantaba a su alma
Y le hacía sentirse continente,
Espejo de sus propias rutas
Llegada de sus tantas búsquedas.


Era cierto, entonces, mareo.
El faro le apuntaba el horizonte.


Mar suave,
Oscuridad con brillo, cielo sin nubes. Sonrisas, siempre.
Y en nueve meses
Las olas volverán a echar saludos!

segunda-feira, 17 de novembro de 2008

::: HOGAR :::

(MFV, 2008)


A los amigos de la EICTV
Y a todos que han pasado por mi vida en ese viaje, permitiendo que yo también hiciera parte de sus vidas


Ya había unos minutos que observaba la hormiga. Tonta esa hormiga, pensaba. Y suspiraba aún más fondo y profundo. La criaturita se movía alucinadamente por la toalla lila, dando vueltas al platillo ya agotado de servicio: solamente unos restos de comida y una servilleta con marcas de pintalabios. Sácame de aquí, casi le pedía él a una de ellas. ¿Qué quieres, tarada? ¿Contarme tus secretos o saber de los míos? La respuesta jamás vino: su dedo feminino tiró la pobre hormiga tan lejos cuanto estaban sus pensamientos. Miedosa, le dijo, como consuelo a sí misma por tal demostración de fuerza sin necesidad. Y puso en el platillo más una servilleta cargada de pintalabios. Basta de sonrisas por hoy, quisiera besos. Los de él. Pero él estaba, pues tan inesperado, aún lejos en tiempo y espacio. Quizás no estuviera en corazón, pero… ¿quien sabría?

La vida subitamente se cambiara en una sucesión de escenas de sueño y de epopeya, de poesía y de entrañas, rellenas de sentimientos fragmentados y pura pulsión de vitalidad. Se sentía títere en las manos de un creador demasiado inventivo, lanzando al mundo un personaje tan inverosímil cuanto atractivo. Que era ella, aunque el espejo enseñara una mujer como cualquiera, con mejillas rosadas y cabellos finos, ojos atentos y las sonrisas que le venían con mucha facilidad. Que era ella, aunque le costara creer que vivía todo aquello de una sola vez. ¿Un poco más despacio, se puede?

La mañana le traía paisajes de India, ay, que tiernos los recuerdos, y el sonido dulce y bello de la cítara. Estrellas fugaces, flores que duran un solo día. Por la tarde, historias que los gobiernos insisten en botar a la basura: masacres, luchas por la dignidad, ciudadanía olvidada, esperanzas destruidas en las venas y órganos de un El Salvador que jamás vino. Y no vendrá. La Palestina le surgió por la noche, más delgada que lo habitual, insistiendo en las dificultades de saltar los muros todos que alejan las gentes y los destinos y los diálogos. Ella quería silencio. Para estar simplemente. Para llamarse a sí en el mundo de adentro, traerse de la vida invisible que era tan suya. Porque ya era parte de la vida de todos, de una vida comunitaria, dónde cada uno es un farolito indispensable en la larga procesión de pequeños o grandes luceros. Ella no podía faltar. Ella tampoco quería faltar.

Hiciera ya unas cuantas travesías. Se acordaba de la mítica puente en Mitrovica, aquella que separaba el viejo país del nuevo. De un lado, las montañas impasibles, rencores en una capital siempre en la defensiva, un pasado que ya no se podía olvidar. De otro, el sabor de las novedades, plata fresca en circulación, nuevas banderas para antiguos problemas. Trozos de guerra fría, de ex Yugoslavia. Por la ventana, la Historia pasaba demasiado rápido. Sus intestinos digerían mitades, pues los enteros se ponían muy, muy grandes para una pronta comprensión. Pensaba incluso en un hecho formidable, había conocido dos fauces de una misma Macondo: la Nicosia turca, o sea, la Lefkosa chipriota, y una muy amable Bejucal, parte de una Cuba de millones de fronteras. Fronteras que hasta hoy le hacían eco. Macondos que la llamaban de amiga.
Amiga.

¿Dónde estaría la pobre hormiga? Buscaba ahora apoyo para sus largos suspiros. ¿Quien era ella ahora? Se reconocía en tantos rostros, en tantos deseos, en tantas preguntas y en no sabía cuantas esperanzas. Ya no cargaba una única nacionalidad, pertenecía a muchas tierras y a muchos pueblos, expresaba en sí las contradicciones de un mundo torcido y perdido, aunque estuviera ella encontrada. A los pies del Volcán Poas, en el casi-verano costarricense, los hallazgos se pusieron en paseo desde su alma. Se había quedado impresionada. Creciera demasiado. Muy grande, ya no cabía más en las ropas antiguas o en el barquito de otros tiempos. Las alas se le habían alargado y siempre se encontrarían pintalabios para colorir aún más sus sonrisas que no terminaban de surgir. Otra servilleta en el platillo ya dormido, y más otra, otra más. Pero ahora estaban llenas de lágrimas las servilletas. Y esa lluvia que llovía dentro de ella no era tristeza. Al revés. La ruta desconocida parecía no tener fin, eso era bonito, muy bonito, y el retorno ahora la llevaba hacia dentro de si misma. Se reconocía su propio hogar y no sentía más frío. Que siguiera volando, entonces. Desde y para su hogar.

quinta-feira, 13 de novembro de 2008

Tenho um vulcão

Quando me deram a notícia,
eu corria atrás de sonhos:
--- Você tem um vulcão aí dentro.
Nem susto nem surpresa, talvez um pouco de pressa:
--- Quando vai despertar?


Pensava eu que tinha um útero
ou um coração, mas não:
essa fonte de tanta intensidade era
-- com beleza particular -- um vulcão.


Lava quente, espessa e úmida
entranhava por minhas veias, por meu corpo
eclodia ganas e indignações
volúpia, chuviscos e ternura
aos poros, aos olhos, aos lábios:
demasiadas sensações.


Carregava, agora sim entendia,
um calor, uma erupção constantes
que um chamava de libido,
outro de bem-aventurança,
outro ainda de coragem.
Na fantasia, chuva de verão entre os trópicos falantes;
rárárá...


Era nada mais que esse vulcão, portanto,
entre as costelas e os intestinos,
entre meu silêncio e minhas verbalizações,
em algum lugar, entre meu tudo e meu nada.
Criadora, criatura, sou eu
e de um vulcão.


Chama!

CONCEPCIÓN


Al querido C., gracías por la inspiración



El desayuno, un diálogo

entre pan y mantequilla

más que una palabra,

un deseo,

quizás una ciudad hija de unos cuantos países,

la semilla pide para existir:

-- ¡ay, que casi vuelo!


La mirada.

Hubo sonrisa, hubo risa

Día antes, manos juntas,

un rápido y distraído cariño:

-- enserio o bromeas?

"Te bautizo humana, mariposa, gaviota..."


Desde el pecho lleno de quereres

El corazón ferviente de ideas

-- ¡un suspiro!

y cantos venidos desde el útero hambriento

y de la boca rellena de amores

¡ Ah, eres fruto de tu tierra y de tu gente!


Entre vales y montañas,

cuantos pasos, cuantas alas

entra un rayo de luz

-- sea flujo, sea abstracción --

y se da la magia:

la concepción.


sexta-feira, 7 de novembro de 2008

Achados e perdidos



Outro para o T., que me fez (positivamente) aprimorar meu olhar


À primeira vista, um estranhamento. Atração e concorrência. Ambos isso, ambos aquilo na fantasia deles. Uma aspereza, uma pseudo-raiva, uma falsa quase-repulsa, um encanto. Era medo, era o quê? Até que, sob o reflexo da luz artificial na piscina, a epifania: Lucia e o Sexo, o filme, latejante nas mentes cinéfilas e nos corpos calientes de todos os runs, de todos os rumos. Coqueiros, estrelas, Cuba. Eram apenas eles dois, na Cuba deles, achados e perdidos.


Veio, então, o segundo olhar, outros encontros, tentativas de entrega e de entendimento. Havia uns descompassos, uma rudeza da parte dele, uma atitude sensível porém grudenta da parte dela, mas a vida fluía por meio de seus beijos e olhares. Fluía. Dava a sensação de brotar como flor. Arriscavam-se, do jeito deles, no equilíbrio do bem-querer.


Um dia, choveu. Choveu e esfriou, embora o ar seguisse abafado e denso. Ela sentiu que algo dentro dela, de vidro e tão frágil, acabara de se partir. Doeu, doía. Tentou refazer as formas, capturar o sentido e o sentimento. Contudo, o ar escapara e parecia impossível trazê-lo de volta. Não seria mais aquele ar. Se o mesmo havia se passado do lado dele, ela não sabia. Intuía apenas que seu barco, por algum desses mistérios insolúveis, tinha mudado de mar ou de rio, de proa ou de vento, e seguia para um lado diverso. Ela estava grande demais – e não entendia por quê.


Um dia, quem sabe, o mar, o rio, o vento, a proa, a epifania.
Uma luz artificial na piscina.
Runs, rumos.
Serão outros dois, ambos, mas também achados e perdidos.


quinta-feira, 6 de novembro de 2008

Fragmentos del discurso amoroso

Para T., sólo el tiempo tiene la respuesta


I.
Estaba yo así
tan distraída, tan perdida
cuando la luna me llamó:
mira lindo, mira cálido
y ahí, entonces, ya verás.
Era un enamoramento reflejado
en las águas suaves de una pileta.
Era yo, era él
éramos, fuímos, encuentrados.


II.
Un compartimiento
de río y mar, mar y río
uno jamás sabrá:
¿para que tanta sensibilidad?
--- ¡ah, sendero desconocido!
Aunque los espinos sean muchos,
siempre valerá la pena.
Aunque.


III.
Viene verano, viene invierno,
nieve, lluvia, sol y plumas.
El jardinero no se sabe si vendrá.
La flor sigue gañando su batalla por la vida,
pero hay que darle cielo.
Cielo y sueño.
Sueño y alas.
Quizás palabras...