sexta-feira, 16 de abril de 2010

peyote

Ya no sabía adonde iba ni sabía porque me quedaba, pero era lo que me suenaba cierto. Flotaba. Flotaba y hablaba aún más alto cómo si intentara desafiar mi voz, provocando mis oídos. A todo escuchaba – de los ruidos de los espinos hasta las risas del viento. Jamás el desierto me pareció tan verde. Flores en las palmas, flores en los cactus, y los ojos desde la tierra a mirarme. Ya. No me importaba si eso era factible o no, sino apenas que fuera lo que me tocara vivir. Quienes y cuando, eso tampoco me preocupaba. Había llegado al centro y probado la sencillez de caminos sin fronteras o límites de preconceptos, prejuicios, texturas o materiales. Un cielo mezclado al mar, un águila en forma de mujer.

Um comentário:

João Esteves disse...

Capitu, passei por acaso por aqui e gostei muito deste blog, mesmo na correria em que vim.
Deixo registrada minha apreciação.